domingo, 21 de marzo de 2010

Hidden Tepuyes VIII


La historia entre ateos y agnósticos no se sustenta en si Dios existe, porque eso nadie lo sabe, sino si uno cree en la supremacía, y en ese momento los agnósticos se vuelven ateos. Si cuando Dios te dice que debes matar a tus hijos, respondes negativamente eres un ateo si es al revés eres un fanático de mierda y aléjate de mí. ¿Cuánto tiene que odiar un profeta a un ateo para no decirle que la vida eterna es posible? (Penn Jillette)


No tengo enemigos; solo amigos que me odian” expresó aquel nihilista con férrea actitud de negación a todo principio, autoridad, dogma filosófico o religioso. La existencia humana, para él, no poseía de manera objetiva ningún significado, propósito, verdad comprensible o valor esencial superior. Discurría en un devenir constante o concéntrico sin ninguna finalidad aparente. Partidario de ideas lúdicas, se deshacía de todas las ideas preconcebidas para dar paso a una vida con opciones abiertas de realización (infinitas y no determinadas). No postulaba creer "en nada", sino alcanzar una existencia que no girara en torno a cosas inexistentes (reductio ad absurdum). Criticando todo lo que le rodeaba, rudo y cínico, combatía y ridiculizaba las ideas preestablecidas e hipócritas, con una actitud violenta casi siempre despectiva y negativa. Rechazaba supersticiones, prejuicios, ideales alucinatorios. Sólo sus sentidos podían constituir la base para la construcción del conocimiento, dejando de lado toda especulación y teorización vacía. Se guiaba por impulsos naturales y calculado egoísmo, despreciando convenciones que catalogaba de inútiles. Una oleada represiva repleta de calumnias lo acechaba. Divergencias agresivas contra una fe analfabeta e ignorante, un cúmulo de abstracciones carentes de sentido que lo asqueaban. Estaba perdido.
Cada especie actuaba egoístamente en función de su propio interés. El arte por el arte mismo. La depuración del propio ego de todo aquello que es artificial, y todo lo era. “Anarquista Escéptico Subversivo”, escuchaba por doquier. Solipsismo, "solamente yo existo”, lo único de lo que uno podía estar seguro es de la existencia de su propia mente, y la realidad que aparentemente le rodeaba es incognoscible, todo lo que uno experimenta eran meras emanaciones de la psiquis y, por lo tanto, la única cosa de la que podría tener seguridad es la existencia de uno mismo. Nietzsche ha muerto (Dios). La mortalidad y el sufrimiento eran suprimidos en vez de transcendidos. Puro reduccionismo, “No queda nada del ser en sí”, incertidumbre, desorientación, decadencia y retroceso. Valores falsos que se derrumban al negar la vida misma. “Nada existe: si algo existiera, no podría ser conocido; si algo pudiera ser conocido, no podría ser comunicado”. 
 

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